Ayer hablaba con un amigo acerca de las construcciones de la realidad. De cómo varía de uno a otro, dependiendo éstas de lo que vemos, lo que escuchamos (o leemos) y la interpretación que hacemos de los hechos. Y, por supuesto, de nuestra experiencia propia, lo que hemos vivido y permanece agazapado, esperando el momento oportuno para sorprendernos.
Así construimos nuestro mundo (puedo olvidar variables, pero creo que nombré las más importantes). Y en función de esas "construcciones", tomamos decisiones. ¿Podría decir que nuestra libertad se mueve en ese mundo creado por nosotros? Para debatir. Lo cierto es que las personas con las que convivimos a diario también realizan sus propias construcciones. Que no son las mismas que las nuestras. Aunque encontremos, con algunas, muchos puntos en común. Lo que nos permite generar proyectos, amistades...
A qué viene todo esto, podrás preguntarte... Trato de entender. Y de entenderme. Por qué tantos desencuentros, por qué tantas malas decisiones... Evidentemente construí un mundo "paralelo", tan alejado de la realidad, que terminó transfigurando no sólo los hechos, sino también a las personas implicadas. Las desconocí. Y de paso, terminé desconociéndome a mí mismo.
¿Justifica esto lo actuado? Por cierto que no. Y por cierto que el tiempo no puede volverse atrás. Pero me ayuda a entenderme. Y hoy, de la mano de quien desde mi adolescencia le dio sentido a mi vida. Que no pide explicaciones, como hoy yo tampoco las pido. Sólo sabe esperar. Y confía en mí.
Vuelvo a encontrarme conmigo. A mis treinta y diez. Para reconstruir sobre los escombros. Ahora tengo un buen arquitecto. Y también manos amigas que, a pesar de todo, siguen estando para que (a pesar de mis peores pronósticos) pueda continuar creciendo y aprendiendo a vivir.
Así construimos nuestro mundo (puedo olvidar variables, pero creo que nombré las más importantes). Y en función de esas "construcciones", tomamos decisiones. ¿Podría decir que nuestra libertad se mueve en ese mundo creado por nosotros? Para debatir. Lo cierto es que las personas con las que convivimos a diario también realizan sus propias construcciones. Que no son las mismas que las nuestras. Aunque encontremos, con algunas, muchos puntos en común. Lo que nos permite generar proyectos, amistades...
A qué viene todo esto, podrás preguntarte... Trato de entender. Y de entenderme. Por qué tantos desencuentros, por qué tantas malas decisiones... Evidentemente construí un mundo "paralelo", tan alejado de la realidad, que terminó transfigurando no sólo los hechos, sino también a las personas implicadas. Las desconocí. Y de paso, terminé desconociéndome a mí mismo.
¿Justifica esto lo actuado? Por cierto que no. Y por cierto que el tiempo no puede volverse atrás. Pero me ayuda a entenderme. Y hoy, de la mano de quien desde mi adolescencia le dio sentido a mi vida. Que no pide explicaciones, como hoy yo tampoco las pido. Sólo sabe esperar. Y confía en mí.
Vuelvo a encontrarme conmigo. A mis treinta y diez. Para reconstruir sobre los escombros. Ahora tengo un buen arquitecto. Y también manos amigas que, a pesar de todo, siguen estando para que (a pesar de mis peores pronósticos) pueda continuar creciendo y aprendiendo a vivir.