martes, 23 de septiembre de 2008

Muros que dividen

Hace unas semanas viví una experiencia que me llenó de asombro... y de impotencia. Por un tema personal, fui al barrio San Jorge. Para los que no ubican, Colón al fondo (al 11.000, donde se acaba el asfalto). Tuve la oportunidad de recorrer el barrio, de observar y charlar con algunas de las personas que viven allí. Barrio obrero. En una ciudad que sabemos tiene uno de los niveles de desempleo más altos del país. Con un grupo de personas a los que acompañaba descubrimos algunos casos de desnutrición. Un solo caso ya es inhumano, indignante...
Esto lo vi. Pero ocurre que existe algo en ese barrio que grafica muy bien cómo nos desentendemos de aquellos que menos tienen. Lindero a la av. Luro, sobre la calle San Martín (que cerca de la costa es la famosa "Peatonal" por la que circulan miles de turistas al año) han construído un paredón. Tan largo como el barrio. Charlando con la gente, uno se entera que una empresa constructora compró esa franja de terreno que está entre San Martín y Luro, y construyó el MURO para evitar que sea apropiado por los vecinos. De paso, les impide el paso a la Avenida, complica el acceso a la salita de primeros auxilios...
En tiempos de Libertad, de Democracia, cuando todos festejamos hace ya años que derribaran el Muro de Berlín, en Mar del Plata construímos el nuestro. Y lo permitimos. Lo permite el Intendente, el Consejo Deliberante, y hasta algunos vecinos.
Indignado, triste, qué más decir. En una sociedad dividida, los límites están cada vez más marcados. Ojalá comencemos a construir puentes. A construir fraternidad. A derribar los muros. Para vivir como seres humanos.
"Desde que existe el Mundo
hay una cosa cierta
unos hacen los muros
y otros hacen las puertas..."
Carlos Varela - Muros y puertas

domingo, 8 de junio de 2008

Animarse a salir

Te voy buscando... despacito... casi tímido. No es que no te conozca. Compartimos mucho día a día... Pero no logro encontrarte la vuelta. Últimamente te veo de bajón. No me engañás. Tal vez sea justamente porque ahora te estás haciendo esa pregunta que odiás con el alma... "¿Cómo me siento?" Mirá si te conoceré que sé que eso te tiene mal desde hace tiempo. Y estoy seguro que es porque no querés aceptar justamente eso que sentís. Como si pudieras ser fuerte en todo momento, siempre estás con un "todo bien" en los labios, respuesta que soluciona cualquier pregunta... que tengas que hacerte.
Sé que tampoco querés reconocer ante los demás que estás mal... que querés evitar el "¿no era que todo iba mejor?". Difícil aceptar el fracaso, ¿no?. Pero así es peor... Animate a hacerte la pregunta, y a convivir un poquito con la angustia... tal vez las cosas no sean tan negras como pensabas.
Sé que sufriste pérdidas, y que te culpás por eso... Es doloroso, no puedo negarlo. Pero no podés vivir la vida (con todo lo que ella implica) anclado al pasado. Hiciste lo mejor que pudiste. Viví con la sencillez de quien sabe reconocer sus errores, pero también con la paz de quien se sabe aún en la lucha.
No te quedes ahí en la silla, atrás de la compu. No te cierres. No te dejes caer. Te necesito.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Salmo a la Misericordia de Dios

Estaba sumido en una profunda oscuridad,
las tinieblas se habían apoderado de mi alma.
Mi lámpara no tenía aceite, ni cabo mi vela;
ni te buscaba, Señor, ni te quería encontrar.

Mi corazón estaba seco, triste mi alma.
El vacío oprimía todo mi ser.

Mientras tanto, Señor, ahí estabas;
claros eran los signos de tu presencia.
Mis ojos permanecían ciegos a ellos,
pero vos me esperaste con infinita paciencia.

Y cuando por fin puede gritar: "Te necesito,
vení pronto en mi auxilio a rescatarme!",
sólo entonces pude verte, sentir el calor de tu abrazo,
llorar en tu hombro, escuchar tus palabras de consuelo.

Porque siempre estuviste a mi lado,
tu mano nunca se apartó de mi hombro.
Aunque no te sintiera, vos me sostenías.
Vos me trajiste nuevamente a tu presencia.

Tu Misericordia es eterna, tu Amor no tiene límites.
Nunca dejás de confiar, tu Paciencia hace milagros.
Por eso acá estoy; otra vez, me pongo en tus manos.
En vos pongo nuevamente toda mi esperanza.

jueves, 24 de enero de 2008

Aprendiendo a vivir

Ayer hablaba con un amigo acerca de las construcciones de la realidad. De cómo varía de uno a otro, dependiendo éstas de lo que vemos, lo que escuchamos (o leemos) y la interpretación que hacemos de los hechos. Y, por supuesto, de nuestra experiencia propia, lo que hemos vivido y permanece agazapado, esperando el momento oportuno para sorprendernos.
Así construimos nuestro mundo (puedo olvidar variables, pero creo que nombré las más importantes). Y en función de esas "construcciones", tomamos decisiones. ¿Podría decir que nuestra libertad se mueve en ese mundo creado por nosotros? Para debatir. Lo cierto es que las personas con las que convivimos a diario también realizan sus propias construcciones. Que no son las mismas que las nuestras. Aunque encontremos, con algunas, muchos puntos en común. Lo que nos permite generar proyectos, amistades...
A qué viene todo esto, podrás preguntarte... Trato de entender. Y de entenderme. Por qué tantos desencuentros, por qué tantas malas decisiones... Evidentemente construí un mundo "paralelo", tan alejado de la realidad, que terminó transfigurando no sólo los hechos, sino también a las personas implicadas. Las desconocí. Y de paso, terminé desconociéndome a mí mismo.
¿Justifica esto lo actuado? Por cierto que no. Y por cierto que el tiempo no puede volverse atrás. Pero me ayuda a entenderme. Y hoy, de la mano de quien desde mi adolescencia le dio sentido a mi vida. Que no pide explicaciones, como hoy yo tampoco las pido. Sólo sabe esperar. Y confía en mí.
Vuelvo a encontrarme conmigo. A mis treinta y diez. Para reconstruir sobre los escombros. Ahora tengo un buen arquitecto. Y también manos amigas que, a pesar de todo, siguen estando para que (a pesar de mis peores pronósticos) pueda continuar creciendo y aprendiendo a vivir.

lunes, 21 de enero de 2008

Mi corazón en tus manos...

Estás ahí, siempre ahí... En mis sueños, en cada canción veo tu rostro. En cada rincón de mis recuerdos, en cada cielo estrellado, en cada palabra que no quiero decir, pero digo. No hay peor distancia que la que genero, sabiendo que no hay posibilidad de olvido.
Tu cabeza sobre mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón... tus manos acariciando las mías, descubriéndolas... tus silencios hechos palabra, y la constante sensación de saberme importante para vos. Como vos lo sos para mí.
No quiero olvidar. No quiero que tu imagen se esfume de mis ojos. Ya no quiero saberte lejos. No quiero creer que es demasiado tarde. Te extraño. Y no puedo dejar de seguir esperándote...