
Es cierto. Hoy no podemos hacer una bolita con la realidad. Y hasta puede que la realidad se niegue a ser amasada. Pero siempre podemos poner un poco de masa acá, o sacar de allá. El modelo nunca está terminado. Como siempre, todo depende del amor que pongamos en cada toque, en la ternura con que la miremos. En aprender a mirarla siempre con ojos nuevos, con ojos de niño. Para saber, desde la inocencia que ellos nos regalan, que siempre es posible.
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